Los 667 millones en pérdidas de Air Berlín sacuden Etihad Airways.
En un despacho de Abu Dhabi, Bruno Matheu, director ejecutivo de Etihad Airways Equity Partners, recibe los partes con los resultados económicos de las inversiones internacionales que gestiona la compañía. Hace una semana llegó el parte de la catástrofe de Alitalia. Y este viernes llegó el avance de los resultados de Air Berlín del año pasado, negativos incluso para los niveles a los que Air Berlín nos tiene acostumbrados. Obviamente, Matheu no ha podido aguantar ni siquiera un año en el cargo y se ha marchado. Le reemplaza Robin Kamark, que viene de la escandinava SAS y que se encuentra con un panorama tan negativo que al menos tiene la ventaja de que las cosas sólo pueden mejorar.
Etihad dedicó parte de los últimos diez años a adquirir un portafolio de inversiones aéreas en el mundo que reportan directamente a esta rama de la compañía. Sus dos inversiones más importantes son Alitalia y Air Berlín, probablemente las dos compañías aéreas con más problemas en la Europa de hoy. Etihad es propietaria del 49 y del 29 por ciento respectivamente, siendo en ambos casos el primer accionista.
El jefe de Matheu y de Kamark, es James Hogan, a quien atribuyen la idea de comprar participaciones en aerolíneas extranjeras. Lógicamente, ya ha fijado una fecha para dejar Etihad, y se queda para llevarse él los disgustos que se están haciendo insoportables. Y por encima de Hogan ya están los emires de Abu Dhabi, que son los que exigen responsabilidades por el dinero tirado.
Nunca nadie en el mundo de la aviación entendió la estrategia de Etihad, de invertir grandes cantidades en compañías aéreas que no funcionaban. Eran baratas, pero capaces de arrasar con todo el dinero que se les inyectara, como se ha demostrado. El tiempo ha demostrado que no había nada que entender: era un desastre.
Porque, tras el hundimiento de Alitalia se adivina un serio golpe para las finanzas de Etihad, una compañía de éxito en su operativa aérea, pero fracasada en su proyecto financiero.
Porque no sólo es que ha perdido todo lo invertido en Alitalia, es que los resultados de Air Berlín en 2016 y, pese a los recortes, a la supresión de líneas, al cambio de director general, a la apuesta por los vuelos de largo recorrido, nuevamente Air Berlín presenta unas pérdidas de vértigo: 667 millones de euros, el doble de lo que perdiera en 2015. Incluso para una aerolínea habituada a las pérdidas, los resultados de Air Berlín de 2016 son especialmente negativos.
Etihad, pese a ello, salió a la palestra a decir que “Air Berlín está yendo en el camino correcto”. Algo hay que decir en momentos así, pero tras la debacle económica de Alitalia, el poder político de Abu Dhabi debe de estar sorprendido de la acumulación de pérdidas en Air Berlín que, pese a todas las reconversiones, sigue hundiéndose más y más.
Alitalia tiene un problema con su plantilla, que se opone a todo recorte. Air Berlín, en cambio, tiene un problema con su flota, que no sabe dónde meterla. Air Berlín ha colocado 38 aviones a Lufthansa, para que los opere Eurowings, otros 35 se los ha llevado Niki, para sus vuelos vacacionales, pero aún queda parte de la flota con la que la compañía alemana, por lo visto, sigue siendo capaz de acumular pérdidas impresionantes.
Ante este panorama, a Kamark sólo le quedará centrarse en las otras inversiones de Etihad, alguna de las cuales sí va bastante bien: Virgin Australia, Jet Airways, Air Serbia, Etihad Regional y Air Seychelles. Sólo que todas ellas son incapaces de ganar el dinero que puede llegar a perder Air Berlín en un año como 2016.
Por: Javier Calonge – Preferente
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