Los sindicatos, que agrupan desde pilotos a trabajadores de los servicios de catering, han llevado a cabo protestas desde septiembre en busca de mejores salarios y se oponen a los planes de Qantas de reducir costos.
«Están echando por tierra nuestra estrategia y el nombre de la compañía. Están desestabilizando la compañía de forma deliberada. Los clientes huyen ahora de nosotros», dijo el presidente ejecutivo de Qantas, Alan Joyce, en un comunicado.
«(Los sindicatos) siguen con reclamos imposibles que no sólo tienen que ver con los salarios, sino también con querer quieren dictar cómo llevamos el negocio», afirmó Joyce, que estimó que las últimas movilizaciones costarían a la aerolínea 20 millones de dólares australianos.
La huelga es la mayor disputa que la aerolínea ha afrontado desde el 2008, cuando una protesta de los ingenieros costó unos 130 millones de euros australianos (133 millones de dólares) a la compañía, según medios locales.
El ministro de Transporte, Anthony Albanese, expresó su preocupación por el futuro de Qantas y anunció una acción legal ante el principal tribunal de la industria, que posteriormente afirmó que se reuniría más tarde el sábado.
La decisión de Qantas se produce durante uno de los fines de semanas más movidos en Australia, donde decenas de miles de personas viajan a la popular carrera de caballos de Melbourne, llamada «la carrera que para el país».
Aproximadamente 70.000 pasajeros se han visto afectados y más de 600 vuelos han sido cancelados. Muchos pasajeros estaban ya en los aviones esperando a despegar el sábado cuando se produjo el anuncio.
«No tiene precedentes y realmente ha secuestrado a la nación», sostuvo Barry Jackson, de la Asociación de Pilotos Australianos e Internacionales, a Sky News.
Si se extiende la medida, eso beneficiaría a la rival local Virgin Australia y a otras compañías como Singapore Airlines, British Airways y proveedores chinos de rutas internacionales.
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