Aunque en su informe alega problemas financieros que afectaban la seguridad, Rosaviatsia afirmó que la decisión no tuvo nada que ver con el accidente ocurrido el 29 de diciembre de 2012 en el aeropuerto Vnúkovo de Moscú, en el que una de las aeronaves de la compañía se salió de la pista e invadió una autovía, con un saldo de cinco víctimas mortales.
La compañía es propiedad del multimillonario opositor Alexander Lébedev, que también es dueño de los periódicos The Evening Standard e Independent en el Reino Unido. Lébedev sostuvo que la decisión del ente regulador lo tomó por sorpresa y que apelaría al gobierno directamente, dado que su empresa es una de las principales compradoras de aeronaves fabricadas en Rusia.
La decisión constituye un nuevo golpe para la incipiente industria de las aerolíneas de bajo coste en Rusia, después de que los únicos otros dos actores del mercado, Avianova y SkyExpress, quebraran simultáneamente a fines de 2011. En el caso de la primera, a pesar de que operaba vuelos a más de treinta destinos, la quiebra se dio por un conflicto entre los inversores.
Algunos de los principales obstáculos son la escasez de pilotos cualificados (la prohibición de contratar pilotos extranjeros hizo que los salarios en Aeroflot se elevaran a casi 13.000 dólares por mes), la ausencia de legislación que permita la venta de boletos no reembolsables y otras opciones económicas en aeropuertos de bajo coste en la región de Moscú.
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