Reducir los costos de su Dreamliner se hace vital para Boeing.

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Boeing demostró en 2013 que los incendios de baterías en sus aviones no tienen que perjudicar necesariamente las ventas.

Pese a una serie de incidentes embarazosos, como la prohibición temporal de vuelos de su modelo insignia 787 Dreamliner ligada a dos episodios con las baterías, el negocio de aviones comerciales de Boeing tuvo uno de los mejores años de su historia.
Se prevé que 2014 sea otro año estelar. Para prosperar a largo plazo, sin embargo, Boeing tiene que reducir el costo de fabricación del Dreamliner y cumplir con los ambiciosos planes de entregas de los siguientes seis modelos de aviones comerciales que contempla producir en los próximos seis años.
Boeing registró el año pasado su cuarta alza consecutiva en nuevos pedidos de aviones. El gigante aeroespacial estadounidense también batió su marca previa de entregas de aviones y se dispone a superar a su archirrival Airbus Group  por segundo año consecutivo. Las ganancias operativas de la división de aviones comerciales de Boeing crecieron 24% a US$4.300 millones en los primeros nueve meses de 2013 y es probable que la cifra para todo el año supere el máximo de US$4.700 millones alcanzado en 2012.
Las acciones de Boeing, mientras tanto, rondan los mejores niveles de su historia y subieron más de 80% el año pasado, cuando la compañía fue el integrante del Promedio Industrial Dow Jones de mejor desempeño.
El sólido desempeño financiero se produjo a pesar de que los Dreamliners estuvieron tres meses y medio en tierra, hubo un incendio no relacionado a bordo de uno de sus nuevos aviones y otros asuntos que han puesto en duda la confiabilidad de la compañía y han frustrado a sus clientes. Los buenos resultados reflejan la voraz demanda del sector por aviones que economicen combustible.
«Al final de cuentas, las aerolíneas priorizan la economía y la economía [del 787] parece bastante buena», señala Richard Aboulafia, analista de la consultora Teal Group.
El costo de producir el Dreamliner, cuyo lanzamiento fue aplazado tres años y medio por problemas de diseño y fabricación, es un tema espinoso para Boeing. Los aviones que ha entregado le han costado mucho más de lo que ha cobrado por ellos.
En realidad, la metodología contable de Boeing le permite registrar ganancias futuras al repartir los costos y los ingresos de los casi 1.300 aviones Dreamliner que prevé entregar durante más o menos una década. Boeing dice que usa este tipo de contabilidad dadas las sumas gigantescas que se necesitan para desarrollar nuevos modelos y producir las primeras versiones antes de que la fabricación se vuelve más eficiente.
Las ventas de los Dreamliners superaron las 1.000 unidades en 2013 con la ayuda del lanzamiento en junio del modelo 787-10.
La empresa no provee datos de costos y ventas de aviones específicos, pero sus modelos 737, de un pasillo, y 777, para vuelos largos, generan millones de dólares en ganancias por cada entrega, lo que ayuda a contrarrestar los costos del Dreamliner.
Joseph Nadol, analista de J.P. Morgan Chase, estima que durante el tercer trimestre los costos por unidad de cada 787 que se entrega superaron en US$45 millones los US$115 millones que cobra Boeing, un descenso frente a US$73 millones en el primer trimestre. Subraya además que el gran reto para Boeing es revertir las pérdidas por avión.
Boeing ha emprendido una ofensiva para reducir los costos del modelo al reorganizar sus plantas en busca de mayor eficiencia y renegociar los contratos con sus proveedores y sindicatos. La empresa espera que los costos diferidos de producción (la diferencia entre lo que cuesta construir un Dreamliner y los costos estimados promedio del programa) llegarán a US$25.000 millones antes de que deje de arrojar pérdidas, lo que ocurriría para 2015. Boeing prevé aumentar la producción mensual de 10 Dreamliners a 12 en 2016 y a 14 a fines de la década. La empresa espera así cerrar más rápido la brecha de los US$25.000 millones.
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