Cómo será el nuevo aeropuerto de México, «el más sustentable del mundo».

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Imagine aterrizar tras un largo viaje en un aeropuerto iluminado sólo con la luz del sol, sin aire acondicionado porque el viento refresca sus pasillos y donde al salir encuentra jardines y prados con cactáceas.

Piense después que la electricidad y el agua de la terminal aérea son autogenerados, y que los desechos se procesan para reducir al mínimo la contaminación.
Añada un diseño monumental, realizado con materiales ligeros, techos altos y grandes espacios interiores que reciben cada año a 120 millones de pasajeros.
Parece ciencia ficción, pero en realidad es parte del proyecto del nuevo aeropuerto internacional de Ciudad de México, que empezará a construirse a fines de este año o al inicio de 2015.
El gobierno mexicano dice que será la terminal aérea más autosustentable del mundo.
El proyecto está a cargo de un consorcio encabezado por Norman Foster, ganador del premio Pritzker, considerado el Nobel de la arquitectura.
Bosques
El nuevo aeropuerto será la obra de infraestructura más grande que se realice en México en los últimos 50 años.
La terminal se construirá al oriente de la capital mexicana, en un terreno que formó parte del Lago de Texcoco, desecado por los españoles que arribaron al país hace más de 500 años.
Es una zona sin uso agrícola o habitacional, explica el secretario de Comunicaciones y Transportes Gerardo Ruiz Esparza.
«El área donde están las tierras es totalmente salitrosa y no tiene una flor, es ahí donde va a estar el aeropuerto, no tiene un pasto, no tiene absolutamente nada», afirma.
Así, la construcción de la terminal aérea permitirá rehabilitar el terreno pues el proyecto contempla instalar hasta 800 hectáreas de zonas verdes.
Una parte de ellas se espera que se instalen en el terreno del actual aeropuerto, el cual será cerrado cuando se inauguren las nuevas instalaciones. El resto de áreas verdes se distribuirán en la zona oriente.
De concretarse el plan la extensión, será cuatro veces más extenso que el Bosque de Chapultepec, que es uno de los principales pulmones de la capital mexicana.
Construcción «liviana»

Uno de los temas que más se ha destacado es el diseño del edificio central del aeropuerto, que según dijo Norman Foster al presentar el proyecto se edificará con materiales ligeros y con poco impacto al medio ambiente.
Por ejemplo, el sistema de ventilación utilizará muy poca electricidad. «El clima en Ciudad de México es tal que durante casi la mitad del año podemos trabajar con el aire a temperatura ambiente».
«El resto del año con un mínimo de calefacción y enfriamiento de aire», indicó Foster.
«Un sistema de leve desplazamiento de aire junto con todas las otras técnicas: distribución de aire a través de tuberías en las losas, aislamiento término y captación de energía».
El proyecto contempla sólo un edificio con varias salas a donde llegarán los aviones.
Está previsto, además, destinar un área sólo para el transporte de carga.
Al inicio de operaciones contará con tres pistas de uso continuo y conforme aumente la demanda se pretenden construir otras tres.
En principio tendrá capacidad de recibir a 50 millones de pasajeros al año y en su máxima operación la cifra será de 120 millones.
Uno de los objetivos es que el de México sea el primer aeropuerto en el mundo en obtener la certificación LEED, destinada a edificaciones con uso eficiente de energía, agua y que contribuyan a mejorar el medio ambiente.
Las críticas

Sin embargo, algunos creen que el nuevo aeropuerto puede causar daños ambientales e incluso pone en riesgo las lagunas de contención en la zona, que se utilizan para prevenir inundaciones en Ciudad de México.
José Luis Luege, ex director de la gubernamental Comisión Nacional del Agua (Conagua) advierte que la zona de Texcoco no es adecuada para sostener las pistas y el edificio del terminal.
La zona es destino de varias especies de aves migratorias que llegan al lago artificial Nabor Carrillo, cerca del sitio donde se desarrollará el proyecto.
También es el sitio donde confluye el sistema de drenaje de la capital y los municipios conurbados, insiste el especialista.
Este problema será solucionado, responde el secretario Ruiz Esparza.
El proyecto contempla crear lagunas de contención con una superficie de unas 2.700 hectáreas, con una capacidad de almacenamiento de 37 millones de metros cúbicos de agua.
«Va a ser una solución muy importante para evitar riesgos de inundaciones en prácticamente todo el Valle de México», asegura.
Y Norman Foster asegura que en el diseño de la terminal se ha tomado en cuenta el tipo de suelo donde se edificará.
«Este proyecto es muy específico a su sitio. Sabemos que las condiciones del suelo son muy especiales y conocemos también las condiciones sísmicas», afirma.
Por lo pronto, ha iniciado la preparación del terreno para empezar la construcción a principios de 2015. La terminal podría iniciar operaciones entre 2019 y 2020.
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