Cinco ideas para vuelos más apretados.

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Vamos a volar. Embarcamos, nos sentamos y tenemos una doble sensación: ¿hemos engordado o es quizá que hemos crecido? Lo que en realidad sucede es que en la mayoría de los aviones de corto y medio radio hay cada vez más asientos… y el espacio disponible sigue siendo el mismo. La filosofía del transporte aéreo ha cambiado y la nueva manera de volar ha venido para quedarse. Estas son cinco claves para saber qué está pasando en las compañías de bajo coste y en las cabinas de clase turista de las compañías clásicas.
La capacidad máxima de un avión viene marcada por un certificado que se basa en el número de pasajeros que pueden abandonar la aeronave en sólo 90 segundos usando únicamente la mitad de las puertas en tierra. Esos tests, que se realizan en la factoría donde se construye el modelo, es lo que marca el límite. Como ejemplo, en el Airbus A320, uno de los modelos más comunes, es de 180 personas, pero desde el 2014 las autoridades de aviación civil han aceptado una modificación a petición de algunas compañías como EasyJet o Vueling para que esta cifra suba a 186 pasajeros y que en el caso de los A320neo se pueda añadir una fila más y alcanzar los 189.
1. Asientos de alta densidad
El diseño de butacas está siendo la clave en esta nueva manera de entender el mayor aprovechamiento de las cabinas. Cuando el A320 empezó a volar a finales de los años 80, la configuración típica de ese modelo era de un máximo de 150 asientos en dos clases. Las butacas solían ser de tela con unos respaldos anchos y acolchados. Hoy ese tipo de asientos ha ido desapareciendo en favor de otros con un respaldo mucho más estrecho, con el que se ganan unos centímetros que permiten instalar más filas con una estructura más ligera que reduce el consumo de combustible.
2. Modificaciones internas
Cambiar el diseño de la cabina también está permitiendo aumentar la capacidad de las aeronaves: los armarios verticales se han retirado o ya ni se consideran. En algunas aerolíneas también se ha prescindido de las mamparas o elementos divisorios fijos para ganar centímetros en la cabina. También se están modificando las cocinas haciéndolas más pequeñas e incluso se está cambiando la posición de los lavabos traseros, moviendo uno de ellos hasta el final del avión, de manera que se ganan dos nuevas filas para instalar hasta seis asientos más donde antes sólo había uno (además, usado para otros menesteres y que no es un asiento de capacidad real).
3. Hasta 11 pasajeros por fila
La densificación de la cabina de clase turista de los aviones no se limita a las compañías de corto y medio radio, sino que ya ha llegado a los aviones de larga distancia, que, dentro de lo que cabe, seguían teniendo un espacio mayor respecto a los aviones de menor alcance. El caso palmario es el del Airbus A380, que en su décimo aniversario en producción no ha conseguido una sola venta y ha lanzado una nueva versión con más asientos por fila cambiando la media habitual de los viajes en avión: dos de cada tres asientos son de ventana o pasillo. En cambio, en este caso, las posibilidades de ir en el asiento central son mayores, puesto que la configuración será de once asientos por fila: dos grupos de tres en los lados y un bloque de cinco en el centro. En el caso de ser de una sola clase, el avión superaría los 853 pasajeros para los que está certificado actualmente.
4. Pagar por todo
Las aceitunas entraron en la historia de la aviación en el año 1987 cuando en la compañía American Airlines se decidió quitar una aceituna de cada ensalada que se servía en primera clase. Ese gesto se tradujo en un ahorro de 40.000 dólares anuales que marcó a partir de entonces un modo de entender el control de costes en todos los departamentos financieros de las aerolíneas. Con el tiempo, esa obsesión por optimizar costes se ha acabado convirtiendo en el pago por casi cualquier servicio y, así, muchos conceptos que antes estaban incluidos en el precio del billete de clase económica ahora tienen un coste extra: embarque prioritario, asignación de asiento, transporte de maletas en bodega, comidas y bebidas a bordo o incluso poder viajar en la fila de la salida de emergencia, que en algunos es la única con un espacio entre asientos (conocido como pitch) razonable. Una de las últimas tendencias es la creación de una especie de tercera clase virtual, la más económica, para el pasajero que viaje sin equipaje y en la que únicamente se le ofrece el asiento sin posibilidad de elección y generalmente en las últimas filas del aparato, las más estrechas. Oficialmente es una tarifa muy económica, aunque extraoficialmente se conoce como clase galeras por lo espartano.
5. La dura competencia
Todo lo anterior se entiende en un contexto de fuerte competencia. El antiguo fair play entre las aerolíneas de bandera ha desaparecido y hoy las políticas tarifarias son muy agresivas: los aviones han de ser más rentables llevando a más gente. Hasta hace unos años lo habitual era que si un aparato viajaba al 70% de su capacidad ese vuelo se considerara rentable. Hoy ya no es así y los encargados de control de precios están modificando las tarifas de los vuelos prácticamente cada hora, así que se da el caso de que en un mismo avión es muy probable que no haya más de cinco o seis pasajeros que hayan pagado lo mismo por su billete.