¿Por qué en ocasiones te sientes mal al bajar de un avión?
Todo el mundo habla de las técnicas para superar el miedo a volar o los ataques de ansiedad provocados por el mismo. Pero ¿qué sucede con los estragos que produce viajar durante varias horas y a 35.000 pies de altura en un tubo metálico?
El cansancio, la deshidratación y el dolor de cabeza son efectos frecuentes en los pasajeros. Los bajos niveles de oxígeno, la escasa humedad y los cambios repentinos en la presión del aire suelen ser los responsables de estos síntomas. Te contamos los motivos.
Los niveles de oxígeno son más bajos
Cuando el avión vuela, el aire que fluye a través del motor es succionado, después se comprime, se enfría y se filtra, para ser bombeado por toda la cabina. Si esto no sucediese, todos los que viajan en su interior morirían, pues la presión es muy baja debido a la altitud, y no hay suficiente oxígeno para que el cuerpo funcione.
Aún así, los niveles de oxígeno no son los que se respiran a nivel del mar. La cabina está presurizada para simular el equivalente al de entre 6.000 y 8.000 pies de altura. E l efecto es como estar sentado a pie de montaña durante varias horas.
Por ello, puede suponer un problema para personas con enfermedades cardíacas o pulmonares: “Los hipertensos o aquellos con las afecciones citadas deberían vigilar la medicación el día que vuelan”, recomienda el Dr. Xavier Xercavins, médico de familia y experto en medicina interna.
Otros pueden necesitar oxígeno extra, aunque lo cierto es que incluso las personas sanas pueden experimentar fatiga.
Cuidado con tus oídos y tu circulación
Cuando baja la presión atmosférica el aire contenido en el cuerpo se expande. Durante un viaje, el síntoma más frecuente se presenta en el momento del ascenso o descenso del avión, cuando aún no se ha alcanzado la adecuada presurización de la cabina. Por eso se siente un “pop” oídos.
En pacientes con sinusitis crónica suele producirse una congestión nasal y a veces por varios días la audición disminuye.
Pero el mayor problema en vuelos largos es el riesgo de trombosis. “En el peor de los casos, puede desencadenar una embolia pulmonar”. Para prevenirlo es importante hacer ejercicios con los pies y darse pequeños paseos. “Deben ser especialmente cuidadosas las personas con varices o con tendencia a coagular más de lo normal”, continúa el doctor.
¿Qué debemos hacer antes y durante un vuelo?
Por suerte, algunos de estos efectos secundarios se pueden evitar siguiendo algunas recomendaciones. “Si tomas una aspirina el mismo día del vuelo, ayudarás a que tu sangre esté más diluida y por tanto su flujo sea mayor”, indica el dr Xercavins. Es otra de las medidas que contribuye a prevenir la trombosis.
Masticar chicle, bostezar y hacer ejercicios con la mandíbula contribuyen a evitar los problemas del sistema auditivo. “Al abrir y cerrar las trompas de Eustaquio que conectan las cavidades orales con el oído medio, se fomenta que el aire fluya a través de estos tubos y permita que la presión, dentro del oído medio, coincida con la presión fuera de tu cabeza”, señala el experto.
El alcohol no es buen compañero del viaje. “Interfiere en el metabolismo de las células, lo que las hace menos eficientes para tomar oxígeno y además de deshidrata”, continúa. Y la hidratación es uno de las consideraciones más importantes. “Así evitaremos posibles mareos, dolores de cabeza y nuestra sangre estará más líquida para circular”, concluye.
Fuente: La Vanguardia
Líder en noticias de aviación