“Bienvenidos al Frankfurt de verdad. Si te pierdes en un aeropuerto tan grande, llámanos que te ayudaremos a encontrar lo que buscas.” Este es, palabra más, palabra menos, el mensaje que la poderosa Lufthansa lanzó en Twitter cuando hace unos días Ryanair dijo que instalaba una base de operaciones en el aeropuerto de Frankfurt, la sede de Lufthansa, el principal consorcio de la aviación de Alemania. Nunca hasta ahora, Ryanair se había atrevido a desafiar a una de las tres grandes aerolíneas europeas en sus aeropuertos principales: ni opera en Heathrow, ni en Charles De Gaulle, ni en el verdadero aeropuerto de Frankfurt, que está copado en un 60 por ciento por Lufthansa.
A pesar de la hostil bienvenida de Lufthansa, las cosas están cambiando. Es cierto que la facturación de 23 mil millones de euros de la aerolínea no se puede comparar con los poco más de 6.500 millones de euros de Ryanair. De un lado del ring un conglomerado que incluye a Swiss, Eurowings, Germanwings, Austrian, Brussels Airlines y la propia Lufthansa; del otro, una aerolínea irlandesa bien simple de entender, con un único modelo de avión y presencia en toda Europa, con 80 bases de operaciones. Sin embargo, mientras los beneficios anuales de Lufthansa son de 1800 millones, los de Ryanair son de 1.600 millones. Los ratios son abrumadoramente favorables a la low cost.
La irrupción de Ryanair en la catedral de la aviación alemana ha sentado fatal al grupo Lufthansa, como se deduce del tuit difundido por la compañía. Pero es que Ryanair no se ha cortado ni un pelo a la hora de provocar: convocó urgentemente una rueda de prensa para el mismo día en que Lufthansa iba a hacer públicos sus resultados, en el mismo aeropuerto de Frankfurt y, encima, conjuntamente con Fraport, la empresa propietaria del aeropuerto, en la que Lufthansa tiene una participación minoritaria. “Es ya una afrenta que Ryanair y Fraport den una rueda de prensa conjunta el mismo día que Lufthansa presenta sus resultados del tercer cuatrimestre”, reconoció el director del fondo Union Investment, uno de los accionistas de relevancia de Lufthansa.
Como no podía ser menos, el contenido de la rueda de prensa fue del estilo de Ryanair. No sólo anunció sus vuelos desde Frankfurt a varios destinos, entre ellos Alicante, Faro, Málaga y Palma, sino que admitió que no le molestaría asociarse con alguna de las grandes aerolíneas para llevarles pasajeros para sus vuelos transatlánticos, sugiriendo que no tendría ningún problema en hacerlo para Lufthansa. Al mismo tiempo, Carsten Spohr, el máximo responsable de Lufthansa, declaraba que “mi preferencia es llenar nuestros vuelos de largo recorrido a través de Lufthansa. Mi segunda preferencia es Eurowings (el low cost de la propia Lufthansa). Mi tercera preferencia es usar otros transportistas”, concluyó.
El paso dado por Ryanair este martes pasado pone las cartas sobre la mesa de una batalla que se veía venir: Air Berlín ha sido la víctima circunstancial de la guerra de Ryanair –y en menor medida de Easyjet– por la conquista del mercado alemán de la aviación. La irlandesa es la líder en Italia, en Gran Bretaña, en España y ya domina el este de Europa por encima de Wizz Air, con lo que sus dos grandes mercados pendientes son el alemán y el francés. En el segundo parece que las cosas han de esperar, aunque ya ahí ha sentado presencia Easyjet, pero en Alemania la batalla será dura.
La estrategia de Ryanair fue, primero tener presencia en aeropuertos secundarios, como Hahn –a 120 kilómetros de Frankfurt–: Weeze, a otro tanto de Dusseldorf; en Lubeck, lejos de Hamburgo, para entender y familiarizarse con el mercado, dedicándose fundamentalmente al turista; en una segunda fase, entrar en Berlín, Colonia o Hamburgo, ya con una estrategia más frontal que se ha llevado por delante a Air Berlín y, finalmente, ahora extenderse a los grandes aeropuertos, buscando no sólo al turista sino también al viajero de negocios.
La compañía irlandesa explica su secreto a quien les quiera escuchar: Ryanair se puede permitir inundar de asientos el mercado, porque sus costes son tan bajos que su modelo se lo permite, mientras que Lufthansa admite que necesita recortar gastos en su matriz e, incluso, en su filial de bajo coste que tampoco está al nivel competitivo de Ryanair. El director comercial de Ryanair, David O’Brien explicó el secreto de la compañía, que no es nada secreto: “Todo el mundo puede ofrecer precios bajos en sus aviones, lo que no todo el mundo puede hacer es ofrecer esos precios y encima tener beneficios” como es el caso de Ryanair.
El nuevo episodio de la batalla por el mercado alemán está ya planteado, una vez que Air Berlín queda relegada a un papel marginal en los vuelos intercontinentales y cuando Lufthansa pretende hacerse con una presencia sólida en el mercado del low cost a través de su filial Eurowings, con los aviones alquilados a Air Berlín con tripulación y todo. El desenlace de este desafío lo empezaremos a ver en dos o tres años, como mínimo. Pero si quieren un indicio del resultado, recuerden qué eran y que son British Airways, Alitalia, Olympic, SAS o Iberia en sus mercados domésticos y de corto radio.
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