Los cambios están llegando a Ryanair, aunque la aerolínea irlandesa no los quiera. No se trata sólo de los problemas a los que se enfrenta con las autoridades aéreas sino de los que comienza a vivir en el seno de su propia casa.
Sus trabajadores no parecen dispuestos a seguir al margen del cumplimiento real de las legislaciones que habitualmente amparan los derechos laborales en Europa y empiezan a organizarse dejando atrás el miedo que reconocen que les ha mantenido en silencio durante una década.
En España más de 300 tripulantes de cabina de Ryanair han formado ya su sección en el sindicato Sitcpla, que agrupa a los profesionales de Iberia, Air Europa, easyJet y ahora, aunque aún por reconocer, a la irlandesa. «Y se unirán más», augura el responsable de relaciones externas del sindicato, Antonio Escobar.
La huida de pilotos de la irlandesa a Norwegian, las investigaciones en marcha tras las cancelaciones masivas de vuelos anunciadas en septiembre, posibles problemas de conectividad y los futuros procesos judiciales a los que la compañía irlandesa se podría tener que enfrentar en un futuro no muy lejano les han insuflado alas. «Lo único que podemos peder ya es el empleo», les han reconocido a los responsables de Sitcpla tripulantes recien afiliados, que llegaron «cansados de determinadas prácticas laborales».
Afiliación masiva
El modelo extremo de reducción de costes de Ryanair está dañado y este es el mejor momento para las reivindicaciones de sus empleados.En España, el proceso comenzó al inicio del pasado verano. Lo hizo con una afiliación masiva, «lo que desdibuja el miedo», explica Escobar. Desde entonces han trabajado para formar su sección sindical en España, pero el movimiento no se limita a nuestras fronteras: Bélgica, Holanda, Portugal e Italia son ejemplos de países donde Ryanair acabará encontrando resistencia sindical más pronto que tarde.
«Los movimientos europeos están convergiendo», afirman en Sitcpla. De hecho, Italia -donde quienes ya formaron un sindicato en 2006 acabaron fuera de la irlandesa- ha vuelto a formar una central (FCIL) que ya ha convocado la primera huelga para la aerolínea. Tras 15 días de no recibir respuesta a una petición de conciliación los auxiliares italianos han convocado una huelga de cuatro horas para el próximo 27 de octubre.
El sindicato en España está en un paso previo: el de su reconocimiento como tal -y por tanto como interlocutor válido- por parte de Ryanair. «Los trabajadores de Ryanair son muy realistas», destaca Escobar. Son conscientes de que desempeñan su labor en una low cost, y su primera reivindicación es que una compañía que nunca ha sido proclive a la implantación sindical «reconozca que se han asociado». Para ello, este mismo jueves han enviado la carta correspondiente a Dublín, donde la compañía tiene su sede.
Estos nuevos sindicados ya no reconocen como válido el sistema de relación que con ellos mantiene la irlandesa hace 10 años. Se trata de lo que en la empresa se denomina European Representative Committee (ERC), y que ellos califican de «personas escogidas a dedo que les transmitían promesas que nunca se cumplían y hasta presuntas amenazas». Quieren un sindicato y su máxima «aspiración es la easyJeatización», cuenta el representante de Sticpla, en relación a los contratos laborales ajustados a la ley que realiza la aerolínea de bajo coste británica easyJet.
Un cambio así, estiman, erradicaría situaciones de desigualdad laboral como el hecho de que cuatro personas que trabajan en el mismo avión pertenezcan a distintas sociedades anónimas e incluso dentro de una misma sociedad tengan contratos distintos. O que haya «personal que se considere eventual tras nueve años cubriendo producción estable», denuncian. Y, eso al margen de dónde tributa la compañía por cada uno de ellos.
De momento, Sitcpla, en prevención de posibles sucesos contra los representantes elegidos y firmantes de la carta enviada a Ryanair ha optado por «pedir amparo con neutralidad a la Dirección General de Empleo» con otra misiva y también lo ha comunicado a los Ministerios de Fomento y Justicia.
Fuente: El Mundo
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