La huelga de los tripulantes de Ryanair en Portugal obliga la cancelación de 13 vuelos.

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Cientos de pasajeros de vuelos de Ryanair han quedado en tierra este domingo debido a la huelga de tripulantes portugueses de la aerolínea irlandesa, que se ha visto obligada a cancelar al menos 13 vuelos con origen y destino en el país vecino.

A media mañana la presidenta del Sindicato Nacional de Tripulantes de Vuelos de la Aviación Civil (SNPVAC, según sus siglas en portugués), Luciana Passo, confirmaba que la adhesión a la huelga de los tripulantes de cabina en Portugal era «superior al 90%». De la veintena de vuelos de Ryanair en Portugal programados para el domingo, solo han salido los que formaban parte de rutas procedentes de otros países, y contaban con tripulantes extranjeros.

Los tripulantes lusos de Ryanair han organizado tres días de huelga no consecutivos para exigir que la compañía aplique la ley portuguesa: entre otras reclamaciones, exigen que la empresa cumpla con las leyes de salario mínimo, ofrezca permisos de paternidad, y deje de aplicar procesos disciplinarios contra los tripulantes que se toman bajas médicas.

Aunque el primer día de la paralización, el pasado jueves, el seguimiento fue del 90%, Ryanair intentó evitar que se notaran los efectos de la huelga y trajo tripulantes de segundos países para que operaran al menos 20 vuelos con origen o destino en Portugal. Los sindicatos acusaron a la empresa de violar la ley nacional que regula las huelgas, y este domingo la compañía no ha vuelto a repetir la maniobra.

En Lisboa, de los cinco vuelos programados esta mañana, solo salieron dos, mientras que en Faro salieron apenas tres de los siete vuelos agendados. En Oporto se cancelaron cinco de los ocho vuelos que iban a salir antes del mediodía, entre ellos los que tenían a Madrid, Barcelona, Bruselas y París como destino.

Una de las afectadas por las cancelaciones ha sido la redactora del diario El Mundo, Azucena S. Mancebo, que desde el Aeropuerto Francisco Sá Carneiro de Oporto ha descrito la confusión vivida por los pasajeros que intentaban volver a sus casas tras pasar el fin de semana de la semana santa en la ciudad invicta.

«Lo más problemático ha sido la falta de información por parte de la aerolínea. Llegamos al aeropuerto de madrugada, mucho antes de la hora de salida del vuelo, y no hubo problema en pasar por los controles de seguridad, ni los de la identificación. Nos llegaron a meter en un pasillo que daba a la pista, desde donde podíamos ver el avión, pero pasó la hora de embarque, la hora de despegue, y no nos decían nada. Sólo nos enteramos que el vuelo había sido cancelado varias horas más tarde, y porque nos molestamos en preguntarle a una azafata que se encontraba en el mostrador».

Mancebo describe un desorden generalizado en el Aeropuerto de Oporto y «filas de más de 100 metros», compuestas por cientos de pasajeros de los vuelos de Madrid, Barcelona, Bruselas y París, todos intentando buscar salidas de la segunda ciudad de Portugal, y a la vez presentar reclamaciones en los puestos de Ryanair.

«La gente estaba a la desesperada, buscando vuelos con otras aerolíneas, pero estaban todos agotados. Entretanto, Ryanair sólo nos ofrece ponernos en otro vuelo de ellos si hay sitios libres -y de momento no parece que habrá hasta el martes o el miércoles-, o devolvernos el importe del billete si decidimos volver a casa de otra manera. Nos encontramos completamente desamparados».

Las cancelaciones han puesto de relieve la falta de conexiones alternativas entre el país vecino y España; desde Lisboa sale apenas un tren diario con Madrid como destino, y desde Oporto hay apenas dos trenes que ligan la ciudad con Vigo. Debido las fechas, incluso los autobuses que conectan con España están agotados, dejando a muchos pasajeros sin alternativas para volver a casa.

«Yo trabajo mañana y finalmente iré en taxi hasta Guimarães [a unos 50 kilómetros de Oporto], desde donde voy a pillar un BlaBlaCar hasta Galapagar [Madrid], y ahí me tendrán que buscar familiares. Se suponía que ya estaría en casa, pero son las dos de la tarde y sigo en el Aeropuerto de Oporto, todavía en fila, esperando entregar la reclamación. No llegaré a casa hasta bien entrada la noche».

Por: El Mundo