Polémica por las aerolíneas que usan escaneo de rostro para identificar pasajeros.

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El programa hace que abordar un vuelo internacional desde Estados Unidos sea muy fácil: los pasajeros pasan a la puerta de embarque, les toman una foto y después abordan el avión. No hay boleto ni aplicación de la aerolínea. Gracias a la tecnología de reconocimiento facial, su rostro se convierte en su pase de abordar.

«Me parecería muy conveniente poder usar mi rostro en la puerta de embarque», dijo Jonathan Frankle, investigador de inteligencia artificial del Instituto Tecnológico de Massachusetts que estudia la tecnología de reconocimiento facial. Pero » la preocupación es saber para qué otras cosas podrían usarse esos datos «.

El problema que enfrenta Frankle, así como miles de viajeros, es que pocas empresas que participan en el programa, llamado Servicio de Verificación de Viajeros, garantizan explícitamente que los datos de reconocimiento facial de los pasajeros estarán protegidos.

Aunque el Departamento de Seguridad Nacional dirige el programa, funcionarios federales dicen que no han impuesto límites a la manera en que las empresas participantes -la mayoría aerolíneas, pero también líneas de cruceros- pueden usar o almacenar los datos, lo cual expone la información más personal de los viajeros a abusos y malos usos potenciales, como que sea vendida o utilizada para rastrear la ubicación de los pasajeros.

Los datos que reúnen las aerolíneas se usan para identificar la identidad de los pasajeros que salen del país, un intento por parte del departamento para dar un mejor seguimiento a los extranjeros que superan el límite de tiempo de estancia permitido por sus visas. Después de que los rostros de los pasajeros se escanean en la puerta de embarque, esa imagen se envía a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por su sigla en inglés) para su posterior vinculación con otros datos de identificación personal, como la fecha de nacimiento y la información del pasaporte y el vuelo.

Por su parte, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza ha dicho que no conservará las imágenes de ciudadanos estadounidenses durante más de catorce días. Sin embargo, la agencia ha dicho que no puede controlar la manera en que las empresas usan los datos porque «no están recolectando fotografías en nombre de la CBP».

John Wagner, el comisionado ejecutivo adjunto de la Oficina de Operaciones de Campo de la agencia, dijo creer que a las aerolíneas comerciales «no les interesa conservar o almacenar» los datos biométricos que recolectan, y que estas han dicho que no lo hacen. Pero si lo hicieran, dijo, «eso dependería de las compañías».

No obstante, agregó Wagner, «aún hay algunos aspectos que deben discutirse», y los funcionarios federales están considerando si deben incluir protecciones.

Los defensores de la privacidad han criticado a la agencia por permitir que las aerolíneas funjan como árbitros no regulados de los datos.

«La CBP es una agencia federal. Tiene la responsabilidad de proteger los datos de los estadounidenses y, en vez de esto, al alentar a las aerolíneas a que recolecten estos datos, básicamente están renunciando a su propia responsabilidad», dijo Jennifer Lynch, abogada sénior de Electronic Frontier Foundation, una organización sin fines de lucro dedicada a los derechos digitales.

Sin embargo, Wagner defendió el programa y dijo que «se basa en los procesos que se han empleado durante muchos años».

«Las aerolíneas ya están recolectando mucha información de los viajeros y proporcionándola a la CBP: los datos de reservación, el manifiesto», comentó.

No obstante, los datos biométricos, entre ellos imágenes escaneadas de los rostros y las huellas digitales de los pasajeros, están entre los más confidenciales, de acuerdo con expertos en privacidad porque, a diferencia de otros medios de identificación como un número de seguridad social, no pueden modificarse.

El rostro es un identificador particularmente sensible porque «si alguien tiene una cámara, puede identificarte por tu rostro», dijo Frankle. «Puede reconocerte aunque no tengas idea de que lo está haciendo».

El programa, que actualmente opera a través de cuatro aerolíneas principales en los aeropuertos internacionales de Los Ángeles, Detroit, Orlando y Atlanta, no es obligatorio para los pasajeros. Pero las aerolíneas -Delta, Lufthansa, British Airways y JetBlue- han reportado que participa la mayoría de los pasajeros.

Sin embargo, aunque les dan a los pasajeros políticas de confidencialidad generalizadas, solo una, JetBlue, detalla específicamente cómo protegerá los datos biométricos de los clientes, una actualización realizada después de indagaciones por parte de The New York Times.

También complica la situación aún más el hecho de que las empresas comparten los datos de los pasajeros con los vendedores de tecnología que han contratado para crear la infraestructura que recolecta la información y la envía a funcionarios federales. Cada uno de esos vendedores -Vision-Box, SITA and NEC Corp.- tiene sus propias políticas de privacidad con distintos niveles de accesibilidad.

«Esto no es algo que sea difícil hacer bien si no tienes nada que esconder, así que, si no lo haces bien, levantas sospechas de inmediato», dijo Frankle. «Este no es un caso en el que seas inocente hasta que se demuestre lo contrario. Debemos ser escépticos hasta que nos aseguren que no van a utilizar estos datos para otra cosa más que la practicidad y de maneras jurídicamente vinculantes».

Algunas aerolíneas como JetBlue ya han expresado interés en utilizar la tecnología de reconocimiento facial para personalizar las experiencias de los pasajeros; por ejemplo, para que los agentes en las puertas de embarque puedan reconocer a los clientes e incluso algún día puedan determinar el estado de ánimo de los viajeros.

A pesar de las preocupaciones de seguridad, el Servicio de Verificación de Viajeros muestra señales de estar en expansión.

Como parte de un paquete diseñado para asegurar las fronteras del país, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva el año pasado para que los funcionarios federales aceleren la realización de un sistema biométrico más extenso de entrada y salida que se incluya en el programa. Además, el Congreso autorizó mil millones de dólares en 2016 destinados a esta medida.

Las aerolíneas dicen que esperan introducir el programa a lo largo del siguiente año en al menos una media decena más de aeropuertos, y los funcionarios federales actualizaron los documentos de privacidad el mes pasado para permitir que las líneas de cruceros participen en el programa.

Por: Catie Edmonson – La Nación

Foto: AF

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