¿Qué sucedió con el Concorde de Singapore Airlines?
El Concorde nació como una apuesta de British Airways y Air France, así como de los gobiernos de Gran Bretaña y Francia, para plantar cara a la hegemonía aeroespacial de EEUU. Pero por la vida del avión también pasó Singapore Airlines, que pudo ofrecer a sus pasajeros la experiencia de volar a velocidades nunca vistas a Londres.
En rigor, el Concorde era ‘medio’ de Singapore Airlines, porque la propiedad del avión G-BOAD seguía en manos de British Airways. La compañía británica lo alquilaba, aportaba la tripulación de vuelo y la de cabina alternaba entre una y otra compañía.
La división era tan salomónica que uno de los lados tenía la librea de la aerolínea asiática, y del otro lado se mantenía los colores rojo y azul de British.
Rumbo a Australia
La razón de la aventura asiática es que a mediados de la década de 1970 el aeropuerto de Nueva York-JFK limitó los slots disponibles para que opere el Concorde.
Las aerolíneas europeas empezaron a buscar rutas alternativas y Australia surgió en el horizonte. Pero un vuelo Londres-Sídney no podía realizarse directamente, por lo que los directivos plantearon una conexión con varias escalas para cubrir los casi 17.000 kilómetros entre las dos metrópolis.
Es, de alguna manera, el sueño que Qantas todavía no pudo cumplir, pero que espera realizar por medio de su Proyecto Amanecer.
La propuesta final fue un vuelo que haga escala en Baréin, Singapur y que siga hasta Sídney.
Los primeros saltos del Concorde
El primer tramo, hasta el reino del Golfo, se lanzó en 1976 con tres vuelos semanales en un Concorde con matrícula G-BOAA.
El 9 de diciembre de 1977 el avión supersónico comenzó a operar la ruta a Singapur, en una conexión que duraba un total de nueve horas. Pero nunca llegaron a alcanzar las pistas de Sídney.
Protestas de Malasia
Malasia fue el primer gobierno que puso trabas a la operación. El avión supersónico tenía que cruzar su espacio aéreo a la altura del estrecho de Malaca, pero el gobierno no quería ni hablar sobre el impacto sonoro y la contaminación que acarreaba este avión.
La lectura entre líneas es que la administración malaya presionaba a Londres para tener más slots en el aeropuerto de Londres-Heathrow. Y tampoco tenía ánimos de colaborar con Singapore Airlines, competidora de Malaysia Airlines.
La India se suma al bloqueo
El 24 de enero de 1979 la aerolínea de Singapur volvió a la carga. La solución fue dar un rodeo de 370 kilómetros, que el Concorde cubría en 10 minutos, pero que implicaba un mayor gasto de combustible.
Sin embargo, esta vez el que puso el grito en el cielo fue el gobierno de la India, aparentemente por las mismas razones sonoras y ambientales.
Problemas económicos y operativos
Pero los vuelos no tenían el rendimiento económico buscado. De hecho la aventura implicaba un déficit de dos millones de libras anuales.
Además había quejas de los pasajeros por la incomodidad de la cabina, entre los asientos tan pequeños como los de una clase turista y el sonido de los motores, en un viaje de nueve horas.
Cansados de tantas trabas, el 1 de noviembre de 1980 las dos compañías tiraron la toalla y dejaron de volar con el Concorde al pequeño país asiático.
Récords batidos
A pesar de la breve aventura, este avión batió varios récords: fue el que más rápido voló entre Nueva York y Londres en la historia, con dos horas, 52 minutos y 59 segundos.
De las 20 unidades que fueron construidas este fue el que estuvo más tiempo operativo, con un total de 23.397 horas.
El final
Su último vuelo fue el 10 de noviembre de 2003. Varios meses antes Air France y British habían anunciado el final de este avión.
Este Concorde despegó de Londres-Heathrow, aterrizó en Nueva York-JFK y de allí fue trasladado al Intrepid Sea-Air-Space Museum, ubicado en un muelle de Manhattan.
Si alguien quiere conocer al Concorde que más ha viajado en el mundo, descansa allí en silencio. Pero no verá la librea de Singapore Airlines: fue borrada cuando la nave se reincorporó para las rutas sobre el Atlántico Norte.
Por Juan Pedro Chuet-Missé – Cerodosbe
Foto: Marcel Walther
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