Peligrosos síndromes que enfrentan los pilotos en vuelo y sus antídotos.
A lo largo del proceso de la formación de los pilotos, estos deben aprender a evaluar individual y conjuntamente los cinco elementos importantes del vuelo: 1- La aeronave, 2- El medio ambiente, 3- El tipo de operación o vuelo (pasajeros, entrenamiento, chárter, carga, entre otros), 4- El mismo como persona, y, por último, 5- Todos ellas en conjunto.
En circunstancias normales, nuestro proceso de toma de decisiones funciona de manera efectiva. Pero cuando factores estresantes están presentes, el proceso puede volverse confuso o fallar por completo, ya que el piloto no logra evaluar adecuadamente ninguno de los cinco elementos del vuelo.
Por tanto, nuestra persona puede verse sometida a procesos de estrés que pueden ser clasificados en términos generales como físicos, fisiológicos y psicológicos.
Los causantes del estrés físicos se relacionan con nuestro entorno e incluyen factores externos como la temperatura de la cabina, el ruido, la vibración y la turbulencia, la hipoxia y el monóxido de carbono. Cualquiera de estos factores de estrés puede alterar nuestras percepciones, hasta el punto de que ya no podamos realizar evaluaciones reales.
Los causantes de estrés fisiológico son aquellos factores internos que afectan el funcionamiento de nuestros cuerpos y mentes. Incluyen factores tan comunes como el alcohol, una gripe, su medicación, la fatiga o el cansancio y una nutrición inadecuada.
La tercera categoría son los causantes del estrés psicológico, y estos incluyen un sin número de factores como la presión de grupo, la autoimagen, el regreso a casa y la prisa o el apuro.
Cuando estos factores estresantes aumentan, los síndromes o actitudes que normalmente controlamos pueden comenzar a verse influidos negativamente y disminuir nuestra capacidad de toma de decisiones. Nuestro juicio se ve comprometido y comienza a verse afectada la calidad de las decisiones y por ende tendrá repercusión directa sobre el vuelo.
Estos conforman conductas o predisposición para responder a personas, situaciones o eventos en una forma dada o condicionada a la actitud predominante. Los estudios han identificado cinco síndromes o actitudes peligrosas que pueden interferir con la capacidad de tomar decisiones acertadas y/o ejercer la autoridad adecuadamente.
Estos son:
1- La Anti-autoridad.
2- La Impulsividad.
3- La Invulnerabilidad.
4- El Macho.
5- La Resignación.
1- La Anti-autoridad “No me lo digas”
Si bien a la mayoría de los pilotos no nos gusta admitirlo, a veces todos actuamos como si las reglas no fueran aplicables a nosotros mismos. Y muchas veces nos encontramos rompiéndolas y racionalizando o justificando nuestra actuación.
Para ahorrar unos segundos, los pilotos a veces abrevian el patrón de tráfico o usan entradas no estándar, saltan listas de verificación o vuelan más cerca de las nubes y en condiciones climáticas más reducidas que las permitidas legalmente. Racionalizando estas desviaciones con argumentos que justifiquen nuestra actuación, como «No había nadie más en el patrón» o «Me sé la lista de verificación de memoria» o «Lo he hecho cientos de veces».
Esta actitud se encuentra en personas a las que no les gusta que nadie les diga qué hacer. De una manera o sentido, están diciendo, «Nadie puede decirme qué hacer». Pueden estar resentidos de tener alguien que les diga qué hacer o pueden sentir que es tonto o innecesario tener en cuenta las reglas, regulaciones y/o procedimientos.
Antídoto: Sigue las reglas. Por lo general tienen la razón y están hechas para minimizar los riesgos.
2- La Impulsividad “Hazlo rápido”
A lo largo de nuestra capacitación como pilotos, se nos enfatiza en la necesidad de reaccionar rápidamente. Cuando escuchamos la advertencia de pérdida, debemos de manera inmediata bajar la nariz, aplicar potencia y nivelando nuestras alas. Al aterrizar, debemos hacer correcciones rápidas para compensar los efectos de los vientos cruzados. Cuando un motor falla o se produce un incendio, respondemos de inmediato con acciones cuidadosamente programadas.
Una persona con una actitud de impulsividad peligrosa puede sentir la necesidad de hacer algo, cualquier cosa, rápidamente. Pero hay momentos en que reaccionar demasiado rápido puede meternos en problemas. Si corres a través de una lista de verificación, podrías saltarte un procedimiento. Al darte prisa para embanderar un motor averiado, podrías inadvertidamente embanderar el motor equivocado.
Antídoto: No actúes impulsivamente, piensa rápido primero.
3- La Invulnerabilidad “Eso no me va a pasar a mí”
Quizás nuestro sentido incorporado de invulnerabilidad es un mecanismo de supervivencia que nos permite hacer frente a la posibilidad de lesiones o muerte. Si realmente tuviéramos un miedo incontrolado de pensar en resultar heridos o muertos cada vez que subiéramos a la cabina de un avión, nunca pasaríamos la batería para activar el motor de arranque. Por supuesto, no creemos que nos vamos a estrellar. Tendemos a creer que los accidentes suceden a otros pilotos; pues, prácticamente todos los factores que afectan la seguridad están bajo nuestro control directo. Sabemos que mientras tomemos buenas decisiones, nunca deberíamos tener un accidente.
Yo lo he resumido en un oración “Deja que el miedo camine a tu lado haciendo que te obedezca, si delante de ti va, te paralizara, pero si lo vas dejando atrás lo lamentaras”.
Antídoto: Si pudiera pasarme a mí, actúa con precaución.
4- El Macho: ”Yo sí puedo hacerlo”
Aun cuando pilotos deben tener un alto grado de confianza en su capacidad para operar un avión. Dado que la aviación está llena de desafíos: planificación de vuelos, toma de decisiones, manejo de sistemas y navegación. Nuestra capacitación debe estar diseñada en pro de fomentar nuestra propia imagen como pilotos competentes y capaces. Como el pionero de la aviación Beryl Markham escribió: «El éxito genera confianza …» Cada vez que tenemos éxito en nuestro vuelo, tenemos más confianza en que podemos hacerlo nuevamente.
Pero a veces, nuestra confianza puede superar nuestra capacidad de volar el avión con seguridad. Especialmente cuando tenemos un fuerte deseo de lograr un objetivo, podemos engañarnos a nosotros mismos para creer que podemos hacer algo que realmente está llevando hasta el límites nuestras habilidades.
En el extremo del espectro, las personas con una actitud machista peligrosa sentirán la necesidad de demostrar continuamente que son mejores pilotos que otros y se arriesgarán tontamente en demostrar una capacidad superior. Puede Ud. verlo pilotos que sin estar en un show aéreo o en trabajo de fumigación, les gusta hacer vuelos rasantes. Son capaces de exceder los parámetros para hacer un despegue y demostrar que si son capaces.
Las personas que normalmente mantienen su actitud machista bajo control pueden verse afectadas cuando ciertos factores psicológicos influyen en su percepción. Las tensiones que provocan el apuro o el regreso a casa pueden hacer que los pilotos sobreestimen sus habilidades.
Los factores de estrés fisiológicos también pueden influir en nuestra actitud machista. Todos sabemos que el alcohol y las drogas afectan nuestras habilidades de toma de decisiones, pero incluso el aire que respiramos puede afectar nuestras percepciones. Volar alto sin oxígeno suplementario puede provocar hipoxia, lo que puede inducir sentimientos de euforia, bienestar o beligerancia. En este estado, un piloto puede sentirse seguro y justificado al tomar riesgos innecesarios.
Antídoto: Arriesgarse inútilmente es de tontos.
5- La Resignación “¿Para qué me sirve?”
Todos tenemos un límite, y en algún momento, cada uno de nosotros reconocerá que lo hemos alcanzado y nos resignaremos a las consecuencias. Decimos: «No hay nada más que pueda hacer» o «No puedo hacer eso». Esta renuncia se vuelve peligrosa cuando un piloto se rinde ante situaciones difíciles. Aquellos con una actitud de renuncia peligrosa creen que tienen poco control sobre su propio destino: que el destino o la mala suerte son la causa de su desgracia.
La percepción de nuestros límites puede cambiar de año en año o incluso minuto a minuto a medida que cambia nuestro entorno y entran en juego factores fisiológicos, psicológicos y físicos.
Los causantes del estrés físicos y fisiológicos probablemente tienen la mayor influencia en nuestros límites percibidos. Cuando estamos cansados o nos sentimos enfermos, podemos sentirnos abrumados. Recuerdo cómo, en un vuelo de retorno estando solo, mis habilidades se vieron afectadas por un cansancio extremo. Por unos segundos mi cuerpo se resignó y me quedé dormido, y súbitamente al sentir el helicóptero descender me di cuenta de cuán severamente se habían visto comprometidas mi conciencia y habilidades como piloto, rápidamente busqué una estación de radio y me puse a cantar todo el resto del vuelo.
Antídoto: No soy un incapaz. Yo puedo hacer la diferencia
Lo importante es saber que estos síndromes o actitudes aparecen, que los reconozcamos a tiempo dentro de nosotros, comprendamos cómo y cuándo pueden ellos convertirse en peligrosas y podamos lograr desarrollar mecanismos para reajustar nuestros procesos de pensamiento a medida que ingresamos a la zona de actitudes peligrosas y la toma de decisiones catastróficas.
Por el Capitán Enrique Vélez
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