¿Por qué los aviones comerciales no vuelan sobre el Tíbet?

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Desde hace muchas décadas, viajar en avión se ha convertido en la manera de desplazarnos más rápida que existe. Y no solo eso, sino que en muchas ocasiones también es la única con la que podemos recorrer largas distancias en un tiempo prudencial. Es tan habitual el uso del avión que, echando un vistazo a cualquier página que monitorice los vuelos, nos encontramos con que se desplazan por buena parte del planeta… salvo un lugar por el que no pasan: el Tíbet.

El Tíbet se ha convertido en una ‘zona prohibida’ para la aviación comercial. Es cierto que hay otros lugares en el Planeta, como parte de Siberia, algunos puntos de África o zonas de Brasil donde ver un avión es prácticamente imposible, pero la plataforma tibetana es la única del mundo que los aviones evitan de manera sistemática. ¿Cuál es la razón? En realidad, son cuatro los motivos, relacionados con la seguridad, por los que los aviones se desplazan por rutas alternativas.

El primer problema está relacionado con los escasos aeropuertos que hay en la zona. Solo existen dos: el de Lhasa Gonggar, situado en la capital de la Región Autónoma del Tíbet, y el de Katmandú, en la capital de Nepal. En caso de sufrir cualquier tipo de emergencia médica en el aire, el tiempo para alcanzar cualquiera de los dos puntos podría ser tan elevado que supondría un riesgo para el herido. Eso, sin tener en cuenta que Lhasa está a 3.650 metros de altura, con las dificultades que puede suponer para la aclimatación de los pasajeros, que podrían sufrir problemas relacionados con la hipoxia.

De hecho, el segundo problema está relacionado con la altura. El Tíbet es la región más alta de la Tierra, con una altitud media de 4.900 metros. Cualquier problema en un avión que hiciera que se desplegaran las mascarillas, supondría un problema, pues solo tienen oxígeno para 20 minutos en el mejor de los casos, un tiempo en el que sería imposible alcanzar una altura de 3.048 metros (10.000 pies), en la que ya no es necesario el uso de oxígeno suplementario… Y eso teniendo en cuenta que la gran mayor parte del Tíbet está por encima de esa altura, por lo que sería materialmente imposible conseguirlo, salvo en lugares muy concretos.

El tercer motivo también está relacionado con la misma problemática. Los aviones están diseñados para volar con un solo motor en caso de avería en uno de ellos. De hecho, este tipo de averías son más probables de lo que creemos, pero las aeronaves están preparadas para sobrellevar este tipo de situaciones sin que, ni tan siquiera, los pasajeros se den cuenta. El único cambio es que se aplica un protocolo de seguridad, por el que el avión desciende a una altura que depende del peso bruto de la aeronave, pero el problema en el Tíbet es que cualquier altura de seguridad está por debajo de la propia altura de la región, por lo que no se podría llevar a cabo.

Por último, la cuestión más importante: la seguridad del propio avión en relación con las turbulencias de aire claro. De hecho, según la Federal Aviation Administration es la primera causa de atención a los pasajeros dentro de un avión. Pero, ¿de qué se trata? Pues del movimiento turbulento de grandes corrientes de aire que no se pueden predecir al no existir pistas visuales de ellas, lo que provoca movimientos inesperados del avión. Una de las principales causas por las que se producen son cerca de las cadenas montañosas, precisamente la principal característica del Tíbet, que cuenta con algunos de los puntos más altos del planeta.

Ya durante la II Guerra Mundial, muchos aviones aliados se vieron obligados a pasar por allí, después de que las tropas japoneses tomaran el control de las carreteras de Birmania. La única manera de llegar a la India era por el aire y los accidentes aéreos se convirtieron en una tónica. La peligrosidad de la zona, a pesar de los avances de la aeronáutica, sigue haciendo inviable el Tíbet como una zona de paso común. Posiblemente, el único lugar del mundo por el que no pasan los aviones.

Por Rubén Rodríguez – El Confidencial

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