El coronavirus llega a los fabricantes: Airbus para plantas y Boeing pide ayudas.

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La crisis sanitaria desatada por el coronavirus está cada vez más cerca de convertirse en una crisis económica de grandes dimensiones, lo que ha encendido las alertas entre los fabricantes de aviones. La paralización del sector aéreo y el desplome de las reservas amenaza la liquidez de las aerolíneas, que necesitarán ayudas contundentes para superar el primer golpe y poder sobrevivir a medio plazo, hasta que la demanda se recupere. Y es que, si hay una oleada de quiebras, Boeing y Airbus perderán miles de pedidos, además de que la recepción de aviones se puede frenar en el corto plazo porque las aerolíneas casi no están volando, tienen cientos de aviones en tierra y luchan por preservar su liquidez.

Por un lado, el fabricante europeo ha decidido suspender temporalmente la producción de sus plantas en España y Francia para «implementar estrictas medidas de seguridad en términos de higiene para proteger la salud, limpiar las plantas» y fijar nuevas distancias entre los trabajadores para cumplir con las normas de OMS, informa la compañía en un comunicado. Paralelamente busca mejorar la eficiencia de las operaciones bajo el nuevo sistema de trabajo.

En concreto, Airbus prevé parar las fábricas en nuestro país, donde emplea a unas 12.600 personas, y en Francia, donde empiezan a imponer duras restricciones, durante cuatro días. Aunque el periodo no es muy largo, paralizar una fábrica implica muchos costes y frena el ritmo de producción y demanda, lo que puede dañar a los proveedores. En este punto, el fabricante asegura que está en conversaciones con sus clientes y proveedores para «minimizar el impacto de sus decisiones». Además, seguirá potenciando el teletrabajo.

Airbus, que ya tuvo que parar la producción en China por el coronavirus, insistió al inicio del brote en Europa que no esperaba que la crisis tuviera ningún impacto en su producción y mantuvo la previsión de cerrar el año con un récord de entregas de aviones comerciales de 880 unidades. La compañía todavía no ha actualizado la cifra. Aun así, el mercado teme que el ejercicio se complique y las acciones del fabricante han caído de los 130 euros a los 64,4 euros a los que cotiza en las primeras horas de la mañana. La firma ha abierto hoy con caídas de, 5,3%, muy por encima del Ibex.

Paralelamente a la crisis sanitaria, la compañía que dirige Guillaume Faury arrancó un ERE en Europa para su división militar que en España afecta a 630 trabajadores, 370 de ellos radicados en Madrid.

Ayudas en EEUU para el fabricante

Por su parte, el fabricante estadounidense está negociando un paquete de ayudas con la Administración de Donald Trump, que se extendería a toda la cadena de producción: desde los proveedores de Boeing hasta las aerolíneas y aeropuertos pasando, por supuesto, por la propia compañía. «Las conversaciones de Boeing con los funcionarios de la administración Trump están en curso e incluyen asistencia en toda la aviación, un sector que incluye proveedores de Boeing como General Electric y Spirit Aerosystems, y aeropuertos», recoge la CNBC citando fuentes de Bloomberg.

El fabricante de EEUU enfrenta la crisis del coronavirus en un momento muy delicado ya que cumple en marzo un año con los B737 MAX parados. En 2019 las las agencias de seguridad del mundo entero retiraron los permisos de vuelo al modelo después de que dos aeronaves sufrieran sendos accidentes mortales en menos de seis meses por el mismo motivo: el fallo de MCAS.

Boeing, con su principal fuente de ingresos paralizada, se vio obligada a suspender la producción, pedir un crédito de 13.800 millones de dólares para apuntalar su liquidez hasta enero, asumir miles de millones de pérdidas, someterse a una investigación judicial y política y revisar de arriba a abajo el modelo para recuperar los permisos, que todavía no ha conseguido. Boeing cerró ayer con un descenso del 23% y en el último mes sus acciones han pasado de cotizar por encima de los 330 dólares a situarse en los 129,61 dólares.

Por su parte, las aerolíneas estadounidenses están buscando tener acceso a 50.000 millones de dólares, entre subvenciones directas y prestamos sin intereses para más apuntalar su liquidez y poder hacer frente a la crisis del coronavirus.

Por África Semprún – El Economista

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