El 17 de diciembre de 1903 los hermanos Wright fueron los primeros en realizar un vuelo en un avión controlado, no obstante algunos afirman que ese honor le corresponde a Alberto Santos Dumont, que realizó su vuelo el 13 de septiembre de 1906. Pero la historia de la aviación no comenzó en el siglo XX. El primer avión propiamente dicho fue creado por Clément Ader, en 1890, que consiguió volar con su Éole tan solo 50 metros. Desde entonces la aviación ha mutado enormemente, tanto el modelo de negocio como la fabricación de las aeronaves. Y, por supuesto, los asientos de los aviones no iban a ser menos.
A lo largo de las últimas décadas se ha producido una evolución en las butacas que no se debe solo a las tendencias de cada año. Esta parte de la aeronave tuvo un comienzo humilde, poco más que una colección de sillas de mimbre fijadas al suelo. A finales de los años 20, fueron forradas de cuero y acolchadas para que fueran un poco más cómodas.
«El cuero era muy popular porque permitía limpiar los asientos fácilmente del hollín de los aeropuertos y las pistas polvorientas donde aterrizaban los aviones al principio», explica PJ Wilcynski, miembro del equipo técnico de Boeing y arquitecto jefe de Payloads a ‘Travel + Leisure’. Wilcynski ha sido testigo del progreso de la arquitectura de la cabina durante más de dos décadas.
La propia aerolínea Boeing explica en un artículo que hubo mejoras a finales de los años 30 con asientos de tubo de aluminio, acolchados más grueso, cinturones de seguridad hechos de cuero y fundas de terciopelo. Desde 1939 hasta finales de los años 40, el Boeing 314 Stratoliner, el ‘flying boat’ 314 Clipper, el Boeing 377 Stratocruiser y el Douglas DC-3 a DC-6 reflejaron las ambiciones de las aerolíneas de hacer del vuelo una experiencia de viaje de lujo.
Por primera vez hubo asientos que se convertían en camas para dormir en vuelos nocturnos y los cinturones de seguridad mejoraron con correar más gruesas de cuero, pareciéndose más a los tipos de cinturones de tela que vemos en los aviones actuales. Además, aparecieron más detalles decorativos para hacer que la eronave se asemejara a una sala de estar.
Al principio solo existía una clase en los aviones, la de aquellos que podían permitirse volar. Esto cambió a finales de los años 50 y principios de los 60. «El Pan Am 707 de 1959 fue uno de los últimos aviones que entregamos con solo una zona antes de la introducción de la clase turista», señala Wilcynski. Y a partir de aquí se empezaron a diseñar asientos cada vez más pequeños, tanto la butaca en sí, como el espacio personal. Una evolución que se ha llevado hasta el máximo exponente como puede comprobar cualquiera pasajero de una aerolínea ‘low cost’.
Asientos cada vez más pequeños
Como apuntan varios diarios internacionales, como ‘The Guardian’ y ‘The New York Times’, los fabricantes de aviones están aumentando el número de asientos en los últimos años. Cuando Boeing diseñó su primer 737 a mediados de los años 60, este tenía entre 50 y 60 asientos. Lufthansa solicitó que el número aumentara hasta los 100, que después creció hasta la capacidad actual de 137 pasajeros. En 2019, por su parte, Ryanair solicitó 737 con ocho asientos más.
Pero la compañía más sincera en este aspecto es Spirit Airlines. «Somos una aerolínea acogedora», explica en su web. «Añadimos asientos extra a nuestros aviones para que podamos volar con más personas. Esto reduce los precios de los billetes para todos».
Seguramente esto no pilla por sorpresa a nadie, pero la pregunta es hasta qué punto pueden aumentar sus ganancias antes de encontrarse con la reacción negativa de sus clientes. «Los departamentos comerciales quieren más asientos en los aviones», explica al citado diario neoyorquino Henry Harteveldt, cofundador de Atmosphere Research Group, compañía analista de la industria de viajes. Aunque están en contra de «los departamentos de marketing de las aerolíneas, que intentan actuar como defensores de los pasajeros», añade.
Para intentar que el viajero no note tanto la diferencia, tratan de recortar en casi cualquier sitio, bien reubicando el bolsillo del respaldo, reemplazando el acolchado por malla elástica o reduciendo los reposabrazos.
Por F. Sánchez – El Confidencial
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