La crisis de Norwegian amenaza el ‘hub’ intercontinental de Barcelona – El Prat.
El aeropuerto de Barcelona-El Prat ha encadenado una década de crecimiento sin techo y tenía puestos los cimientos para consolidarse como un hub intercontinental, un centro de conexión de vuelos internacionales. De un plumazo las aerolíneas cancelan vuelos en cascada, sin fecha de regreso, y rellenan de incertidumbre la agenda de operaciones. La irrupción del coronavirus ha desbaratado las expectativas y ha mandado al congelador la terminal satélite de la T1, la gran obra que iba a servir para redimensionar el aeropuerto. Tenía que estar lista en 2026, según anunció el presidente de Aena, Maurici Lucena.
El aeropuerto de Barcelona se ha contagiado de los efectos de la covid-19. En un mes de mayo al uso, la instalación despacharía a más de 4,5 millones de pasajeros y estaría engrasando sus mecanismos de cara al inminente pico de actividad veraniego. Por contra, las terminales son ahora un páramo y todos los augurios en torno al crecimiento de tráficos y a nuevas rutas han caído en el mismo pozo donde yace el proyecto para construir una terminal satélite. “Aena se replantea todas las inversiones porque estamos en un escenario en el que es imposible prever nada”, apunta un portavoz del aeropuerto. “Cosas que podíamos tener en la punta de los dedos se han alejado”, abunda la misma fuente, para referirse a objetivos que parecían estar maduros. Es el caso de algunas conexiones internacionales, como el perseguido vuelo directo con Japón y la ampliación de rutas asiáticas, como Singapur, Corea o China. Y, más allá de frenar en seco la expansión que estaba viviendo el aeropuerto en la última década, la amenaza radica en la posibilidad de dar marcha atrás y perder la altura conquistada. Delta Airlines ha eliminado el vuelo a Atlanta, lo mismo que American Airlines con Miami, Filadelfia y Charlotte. United ha tachado el vuelo a Washington, Emirates suprime frecuencias a Dubai y también se caen de la pantalla vuelos directos a Canadá y a China.
Uno de los casos más drásticos lo personaliza Norwegian, que ya ha anunciado que al menos hasta dentro de un año no va a ofrecer ningún viaje desde Barcelona. La aerolínea escandinava tenía base en el aeropuerto del Prat y transportó a 1,7 millones de pasajeros el año pasado. Fue la cuarta aerolínea con mayor actividad, por detrás de Vueling, Ryanair y Easyjet, pero por delante de su rival en los vuelos low cost de larga distancia: Level. El pique entre las dos aerolíneas ha sido constante desde que en junio de 2017 ambas estrenaron, casi a la par, sus rutas internacionales. Level conectaba Barcelona con Los Ángeles, San Francisco, Punta Cana y Buenos Aires, mientras Norwegian replicaba los vuelos sin escalas a Los Ángeles y Nueva York, además de ofrecer San Francisco y Miami. La batalla también se jugó en el sur del continente americano, cuando Norwegian tomó la delantera para volar a Perú, Level ató el vuelo directo a Santiago de Chile.
“La competencia entre Norwegian y Level ha sido una de las mejores cosas que le han ocurrido al aeropuerto de Barcelona en los últimos años”, señala Óscar Oliver, director general del Centro de Estudios del Transporte para el Mediterráneo Occidental (CETMO) y antiguo director comercial de Aeropuertos de Cataluña. “Evitar monopolios es clave en el sector de la aviación comercial, porque así se asegura diversificar la oferta y se incentivan los precios competitivos”. En los días previos al aterrizaje de Norwegian y de Level en Barcelona, Oliver era miembro del Comité de Desarrollo de Rutas Aéreas, una institución que trata de planificar y orientar la actividad del aeropuerto. Afirma que la llegada de Norwegian “precipitó la decisión de IAG”.
Se refiere al grupo que engloba a British Airways, Iberia y Vueling, y que, al conocer la apuesta noruega por el largo radio desde Barcelona, creó Level para no perder hegemonía en el aeropuerto catalán. Lanzando una nueva marca, IAG se ahorraba desmigajar a Iberia, aposentada en Barajas.
En tiempos de repliegue, el interés que puedan conservar las aerolíneas el largo radio desde Barcelona es una incógnita. “El mercado no ha desaparecido, si hay una demanda estable por volar, las aerolíneas harán un esfuerzo por mantener la oferta”, vaticinan fuentes de Aena.
Por Marc Rovira – El País
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