La tensión por los despidos crece en British Airways y complica la recuperación de IAG.

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Los trabajadores de British Airways, pulmón de actividad de IAG sujeto actualmente a máxima tensión, están viendo alargada la incertidumbre sobre el recorte de plantilla que se avecina. Tras el anuncio oficial del 28 de abril, sobre un excedente de 12.000 efectivos (28% del total), la aerolínea rebasó la semana pasada las fechas previstas para la ejecución del ajuste y se enfrenta a un nuevo periodo de negociación (45 días). En él tratará de sentar en la mesa a Unite, el sindicato mayoritario entre el colectivo más poblado de la empresa: el de tripulantes de cabina de pasajeros (TCP).

Fuentes sindicales aseguran que en los contados contactos entre aerolínea y sindicato se ha advertido de la convocatoria de una posible huelga. Unite y otras centrales menores buscan la unión para tener la baza de una batalla similar a la que los TCP de British mantuvieron hace una década, con paros que marcaron la actividad de dos años. El sindicato de pilotos Balpa actúa por libre y mantiene conversaciones con la compañía.

La semana pasada más de 15.000 trabajadores de British, afiliados a Unite, participaron en una encuesta con resultado muy adverso para el CEO Alex Cruz: el 99% desaprobó su gestión. Sin embargo, no será fácil unir en una eventual acción a un colectivo de auxiliares que se divide al menos en tres tipos de contrato, en virtud del momento en que ingresaron en la aerolínea, y que no suelen ser mezclados en su operativa diaria.

La tensión reinante amenaza la recuperación de IAG, con programas reducidos de vuelta a la actividad el 1 de julio. De momento, personal de British ha recibido notificación de que debe estar disponible el próximo mes, sin que ello implique que vayan a volar. IAG obtuvo una pérdida neta cercana a los 1.700 millones en el primer trimestre y ha renunciado este año al pago de dividendos. Unite, sin embargo, recuerda que el grupo tiene 10.000 millones de liquidez y que podría aguantar. La caída de rivales como Norwegian podría ofrecer nuevas oportunidades incluso en el entorno de demanda reducida que se prevé durante 2021 y 2022.

El holding prevé que sus marcas cierren el ejercicio con una rebaja de capacidad cercana al 50% y tiene un 67% de la oferta en vuelos fuera de Europa (80% en el caso de British Airways), que son los de más lenta recuperación y mayor exposición al segmento de viajes de negocios, recuerda Moody’s en un reciente informe. La agencia apuesta por una recuperación más lenta para las grandes aerolíneas de IAG que para la parte de la industria menos dependiente del largo radio. Las cuarentenas en Reino Unido tampoco ayudan.

ERE voluntario

Finalizado el primer plazo de 45 días para pactar los despidos, que solo en lo que respecta al personal de vuelo afectaría a un millar de pilotos y más de 3.500 TCP, la dirección se ha abierto a ofrecer bajas voluntarias. En el entorno sindical no convencen las compensaciones y se echan de menos medidas alternativas, como las excedencias no remuneradas. Pero menos aún gusta la fórmula de contrato, cercana al low cost, de la que comienza a hablarse.

“Los que se queden en la compañía perderán días de permiso y se habla de una cláusula por la que podríamos quedar hasta seis semanas al año exentos de actividad y sueldo”, comentan varios auxiliares que han accedido a hablar con este periódico preservando el anonimato.

Desde Unite se ha denunciado que la empresa está jugando a despedir para volver a contratar más barato. «No se explica que otras aerolíneas de IAG, como Iberia, reclamen a sus gobiernos la extensión de los despidos temporales y que British esté en contra a pesar de tener opción de prolongarlos hasta octubre», argumenta un trabajador actualmente en ERTE. El asunto ha llegado al Parlamento británico.

Sobre el supuesto modelo de contrato único no hay nada oficial, aunque entre la plantilla vuelan los mensajes en los que aparecen tablas salariales con techo en 25.000 libras anuales (27.600 euros) para los TCP. Los mejor pagados perderían más de la mitad del salario. En medio del descomunal ajuste, también se están sugiriendo medidas como la centralización de servicios de administración o la externalización de trabajos no estratégicos.

Mientras el CEO de IAG, Willie Walsh, y el propio Alex Cruz defienden que despedir ahora es cuestión de supervivencia, el Parlamento británico trata de poner un alto precio a los recortes. Una vez que se ve inviable amenazar a British con la supresión de slots en el aeropuerto londinense de Heathrow (habían trabajado en ese sentido los sindicatos GMB y Unite), la vía para dificultar el tijeretazo será la de intentar modificar el artículo 188 de la Ley de Sindicatos y Relaciones Laborales.

Este permite a las empresas abrir el proceso de despido colectivo y llevarlo a fin pese a que las obligatorias negociaciones no lleguen a buen puerto. La simple existencia de esa posibilidad ha hecho que Unite se niegue a negociar y que miles de trabajadores no accedan a la intranet de la compañía, mientras están afectados por el ERTE británico, para evitar interlocución alguna con la empresa.

Entre los 45.000 empleados, cerca de un millar de españoles esperan noticias: “Los jefes nos han trasladado que el ajuste dependerá de parámetros como las bajas que has tenido, si cuentas con alguna falta, o de capacidades como los idiomas, etcétera”, explica uno de esos españoles con más de 15 años de servicio. Otro de sus compañeros, que asegura que buena parte de la plantilla sigue en shock, afirma que “al bajo precio que está el despido en Reino Unido, no cabe duda de que intentarán retirar las nóminas más altas”.

Por J.F. Magariño – Cinco Días