Spirit Airlines solicitó un préstamo de 275 millones de dólares a través de una línea de crédito rotativa para esquivar una inminente crisis de liquidez que amenaza con bloquear su capacidad de procesar pagos con tarjeta de crédito de sus clientes, informó Bloomberg.
La presión de U.S. Bank
Al menos 50 millones de dólares de esos fondos se reservarán como garantía para satisfacer a U.S. Bank, la entidad que gestiona las transacciones con tarjeta de la compañía.
El banco había advertido que, si Spirit no aumentaba ese depósito, el contrato para procesar pagos sería cancelado al cierre del año. El riesgo fue tan serio que la aerolínea llegó a reconocer ante sus inversores la posibilidad de quiebra si no lograba una solución.
Un balance debilitado tras la bancarrota
La compañía ya había reestructurado su balance a inicios de este año, tras salir de un proceso de Capítulo 11 de bancarrota. Sin embargo, esa reorganización no abordó los problemas operativos de fondo, como la reducción de costos laborales o el ajuste de su flota.
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El mercado no da tregua
Desde su salida de la bancarrota, Spirit sigue enfrentando turbulencias. El sector aéreo en general ha tenido que lidiar con una caída en la demanda, en gran parte atribuida a la guerra comercial impulsada por el presidente Donald Trump, que golpeó la confianza de los consumidores.
Aunque la demanda de viajes mostró señales de recuperación a finales de junio, varias aerolíneas han proyectado que sus beneficios de este trimestre se mantendrán planos o incluso por debajo de los niveles registrados en 2024.
¿Qué viene para Spirit Airlines?
El préstamo otorga a la aerolínea una respiro financiero temporal, pero no resuelve las debilidades estructurales de su modelo de negocio. Spirit compite en el segmento de bajo costo, donde los márgenes son estrechos y la dependencia de la demanda masiva es clave. Cualquier sacudida en la confianza del consumidor o incremento en los costos operativos puede comprometer seriamente su viabilidad.
Si la compañía no logra estabilizar sus ingresos y optimizar su estructura, podría enfrentar nuevamente un escenario de insolvencia. En contraste, si aprovecha esta inyección de liquidez para reordenar su operación —ajustar flota, renegociar contratos laborales o rediseñar rutas— aún podría recuperar terreno en un mercado cada vez más competitivo.
Para los pasajeros, la situación genera incertidumbre: de mantenerse las dificultades, podrían verse afectados tanto los precios como la continuidad de rutas claves. Para la industria aérea en general, el caso de Spirit subraya la fragilidad de las aerolíneas low cost frente a crisis externas y la necesidad de contar con balances más resistentes para sobrevivir en un entorno volátil.
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