A esto se agregan, en cuarta y quinta posición, las molestias por conversaciones en tono elevado y los pasajeros que escuchan música o películas con sus audífonos a todo volumen. El top 10 de las quejas se completa con los viajeros que comen de manera ruidosa, los que roncan, los que aplauden en el aterrizaje (aunque sea una costumbre para agradecer al piloto y a la tripulación), los que hablan mucho y, por último, los que aprovechan la ocasión para coquetear.
El sondeo fue hecho sobre un total de 6193 personas de Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y España. Con base en ellos, también se determinó que los ingleses son los que tienen menos pulgas: 1 de cada pediría un cambio de asiento de manera inmediata ante alguna de estas situaciones. Los italianos y los alemanes se muestran más contenidos a la hora de quejarse, mientras que sólo 1 de cada 10 franceses le llamaría la atención a la azafata. Eso sí, el 8% tomó o tomaría somníferos y el 9%, alcohol para evitar «padecimientos» en los vuelos.
Líder en noticias de aviación