El informe final del vuelo Río-París que causó 228 muertos verá la luz el jueves.

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Los
resultados de los expertos de la Oficina de Investigación y Análisis
(BEA) deberán servir para establecer por qué se produjo el fallo que
provocó que el aparato cayera en el océano Atlántico.

Se
trata de aclarar cuáles son las responsabilidades penales en la causa
que instruye la fiscalía de París y que afecta a la aerolínea Air France
y a Airbus, fabricante del avión A330 siniestrado, por homicidio
involuntario.
El
ministerio fiscal presentará sus conclusiones sobre el vuelo AF447 el
próximo 10 de julio con los nuevos elementos, después de que a lo largo
de los últimos 36 meses se hayan ido desgranando diferentes factores que
pudieron resultar determinantes para explicar la catástrofe.
Tras
varias fases de investigación, se lograron recuperar cuerpos de las
víctimas, buena parte del fuselaje del avión y las cajas negras que
registran los incidentes de vuelo.
El
avión se estrelló en aguas del Atlántico, a 1.296 kilómetros de la
ciudad brasileña de Recife, casi cuatro horas después de despegar del
aeródromo Galeão con 216 pasajeros a bordo, la mayor parte de ellos
franceses y brasileños, y doce miembros de la tripulación.
Las
primeras conclusiones apuntaron a un fallo de las sondas de velocidad
Pitot equipadas en el aparato, del fabricante francés Thales. Según los
investigadores, esos dispositivos sufrieron un problema técnico derivado
del hielo, lo que provocó que se apagara el piloto automático.
Sin
embargo, las pesquisas apuntaron más tarde a un error de pilotaje como
otro de los factores que contribuyeron al desastre y destacaron que la
tripulación no tenía la formación adecuada para responder al incidente
técnico que detuvo el piloto automático, por lo que tomaron decisiones
erróneas, según la BEA.
Los
pilotos no respetaron los procedimientos previstos en esas
circunstancias y, con sus acciones, provocaron la pérdida del control
del avión y que este entrara en caída libre hasta estrellarse contra el
mar, explicaron los peritos.
El
copiloto, de 32 años, que en ese momento dirigía el aparato porque el
comandante estaba en su descanso reglamentario, tomó una decisión que
los investigadores no se explican: inclinó el avión más de diez grados,
frente a los cinco que indican los procedimientos reglamentarios.
El
comandante, más experimentado, llegó a la cabina de mando un minuto y
medio después, pero tampoco supo hacer nada. Había recibido poca
formación y hacía demasiado tiempo, agregaron los expertos, además de
que analizó informaciones contradictorias en un corto lapso de tiempo.
Además,
la alarma de caída libre funcionó incorrectamente y la tripulación
siguió errando en sus decisiones hasta que el avión se estampó contra el
agua sin dejar supervivientes.
Detrás
de la investigación que mañana se hará pública, subyace también la
creencia de la mayoría de los familiares de las víctimas de que el
organismo francés encargado de las pesquisas quiere atribuir los fallos a
la tripulación para evitar así consecuencias a la aerolínea y al
fabricante, dos importantes empresas galas.
La
presidenta brasileña, Dilma Rousseff, se ha comprometido a apoyar a las
familias de las víctimas en sus reivindicaciones ante el Gobierno
francés. 

Fuente:  http://www.ultimahora.com

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