El mes de julio de 2014 será recordado como uno de los más catastróficos en la historia de la navegación aérea. En sólo siete días se produjeron tres accidentes fatales que acabó, en conjunto, con la vida de 461 personas. Una oleada de siniestros que se han producido sólo unos meses después de la enigmática desaparición del vuelo 370 de Malaysian Airlines en algún lugar del océano Pacífico y que arrojó 239 víctimas.
El aluvión de accidentes aéreos ha hecho saltar las alarmas sobre la seguridad de este tipo de transporte. Sin embargo, las estadísticas hablan por sí solas: volar sigue siendo una de las formas más seguras de viajar. Así, por cada 1.000 millones de pasajeros, en 2013, el mejor año en décadas, murieron 115 personas, una cifra que aumenta hasta las 295 de media en la última década y que se dispararía hasta las 536 en 2014. Sólo el barco ofrece mayor seguridad, ya que entre 2003 y 2013 los accidentes marítimos se cobraron la vida de 269 personas al año de media.
Sin duda, el transporte por carretera es el más peligroso de todos. En los países desarrollados, los accidentes en coche provocaron la muerte de 85.620 personas en 2013, un número que se eleva hasta las 180.815 en todo el mundo, según las cifras de diferentes instituciones internacionales recogidas por Quartz.
La comparación, no obstante, es compleja, ya que los accidentes en carretera se calculan sobre el total de la población, mientras que los de barco y avión sobre un número concreto de pasajeros (1.000 millones).
En cualquier caso, los primeros siete meses de 2014 han sido evidentemente desastrosos para el transporte aéreo. Hasta tal punto que de continuar el ritmo de siniestralidad actual, al final del ejercicio se habrán producido 1.230 víctimas mortales por accidente aéreo, en lo que sería el peor registro desde 1998. Todo ello a pesar de que el número de accidentes es muy inferior a los registrados entonces. Esto se explica porque en la actualidad los aviones tienen más asientos.
En todo caso, y a falta de cinco meses para finalizar el año, un repaso histórico de la accidentalidad en el aire muestra cómo el número de siniestros y de víctimas se ha ido reduciendo progresivamente desde principios del siglo actual.
Además, existe otro factor que invita a pensar en que lo ocurrido en los últimos meses se debe más al capricho del azar que a una creciente inseguridad real en el transporte aéreo. El aterrizaje se considera el punto más peligroso de un vuelo, sin embargo, este año sólo el accidente de Taiwán se produjo en ese momento.
Fuente: https://es.finance.yahoo.com
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