Cómo evitar mareos durante los viajes en avión.

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Viajar en avión suele ser una experiencia que genera una gran diversidad de sentimientos y emociones. Para algunos no representa mucho más que la posibilidad de trasladarse de un lugar a otro en un espacio reducido, algo incómodo y tal vez con una mínima ansiedad por tener todos los papeles y documentos en orden. Para otros, en cambio, significa pasar por un mal momento que incluso llega a psicosomatizarse: aparecen mareos, náuseas y otros síntomas molestos, sobre todo cuando las turbulencias se sienten con más fuerza.

La cinetosis o el mal del movimiento, como suele llamarse a este malestar, es un cuadro que se produce cuando el oído interno detecta movimiento que los ojos no están registrando o bien cuando sucede a la inversa, cuando los ojos capturan movimiento que el cuerpo no distingue. Sucede que el cerebro interpreta el movimiento a través de la información que le proporcionan tres herramientas del cuerpo: la vista, el oído interno -a través de un órgano llamado laberinto, que es parte del aparato vestibular y responsable del mantenimiento del equilibrio- y la propiocepción -la capacidad del cerebro de reconocer la ubicación espacial del cuerpo, su posición y orientación, la fuerza realizada por los músculos y la posición de las partes del cuerpo en relación a las demás, sin utilizar la visión-.

Cuando se viaja en auto, en avión, en tren o en barco, esta disparidad en la percepción puede ocasionar náuseas, vómitos, sudores fríos, dolores de cabeza, mareos, aumento de la salivación y fatiga. Afortunadamente existen algunas medidas que pueden tomarse para evitar -o reducir- estos molestos efectos secundarios.

Cómo evitar el malestar

Elegir cuidadosamente el asiento del avión

Es recomendable sentarse en los asientos más cercanos al frente del avión o bien en los que están situados directamente sobre las alas, dado que presentan mayor estabilidad que los que se encuentran hacia el fondo. De este modo puede reducirse el movimiento del cuerpo durante los vuelos.

Focalizarse en el horizonte

Mirar un punto fijo en la distancia ayuda al cerebro a estabilizar el equilibrio, por lo que lo mejor es asegurarse un asiento al lado de la ventana.

Hidratación y alimentos

48 horas de tomar el vuelo es conveniente comenzar a prestarle atención a las comidas y bebidas que se consumen con el propósito de reducir la ingesta de grasas, picantes y platos muy salados y pesados. De igual modo, se deben evitar las bebidas con alcohol y cafeína. A bordo del avión deben tomarse pequeños sorbos de agua de manera regular, jugos o bebidas tales como agua tónica o ginger ale. Inmediatamente antes de abordar se desaconseja comer aunque tampoco es bueno viajar con el estómago vacío.

Controlar la respiración

Una buena técnica para reducir los síntomas es hacer respiraciones lentas y profundas, que involucran al sistema nervioso parasimpático, encargado de controlar las funciones y actos involuntarios. Ser consciente del ritmo de la respiración es de utilidad además para controlar la ansiedad y relajarse con mayor facilidad.

Vestimenta

Es recomendable usar ropa cómoda y holgada, evitando especialmente las prendas ajustadas alrededor del cuello o de la cintura.

Descanso

Estar bien descansado cuando se comienza el vuelo puede ayudar al cuerpo a mantenerse más relajado.

Lectura y juegos

Durante el vuelo no es aconsejable leer ni jugar con videojuegos. Focalizarse en objetos cercanos a la cara y ojos le proporciona signos confusos de movimiento al cerebro.

Jengibre

Además de consumir bebidas a bordo que posean jengibre, como el ginger ale, es buena idea llevar caramelos con este ingrediente que alivia los malestares estomacales.

Ajustar la ventilación

En la parte superior del asiento se encuentran la perilla para regular la ventilación individual de cada asiento. Es recomendable encenderla y direccionarla hacia la cara: respirar aire fresco ayuda a relajarse y a mantener el cuerpo en una temperatura agradable.

Consultar al médico

Si luego de algunos viajes todo esto falla, entonces lo mejor es consultar con el médico.

Por: Sandra Lion – Clarín