Aeroméxico busca remontar el vuelo tras el bache de los 737 MAX.
Aeroméxico quiere dejar atrás el bache financiero y de operaciones que le ocasionaron los 737 MAX. Desde que el avión de Boeing fue puesto en cuarentena tras dos accidentes aéreos, la principal aerolínea mexicana ha tenido que enfrentarse a un descenso en el número de pasajeros, pérdidas en la Bolsa y a la creciente competencia de las lowcost -su rival Volaris ya la ha desbancado en pasajeros transportados-. Un reciente acuerdo de compensación con el fabricante estadounidense ha abierto una ventana de optimismo para la aerolínea tras un año en apuros.
A la espera de que finalice la investigación de las autoridades estadounidenses sobre los fallos del aparato, la suspensión de seis 737 MAX de su flota y el retraso en las entregas de otras 14 naves del mismo modelo pesan sobre los resultados. La coyuntura, en la que también intervienen factores sectoriales como el aumento del precio del combustible o la apreciación del tipo de cambio, ha hecho que la empresa cerrara 2019 con una pérdida neta de 2.369 millones de pesos, unos 128 millones de dólares, según datos publicados esta semana. La cifra supone un incremento del 26% respecto a las pérdidas reportadas el año anterior.
El impacto también se ha hecho notar en la bolsa. En los últimos doce meses, la acción de Aeroméxico se ha dejado más del 37% del valor, al pasar de 24 pesos en enero de 2019, 1.3 dólares, a los actuales 13 pesos, 0.70 centavos, según datos de la Bolsa Mexicana de Valores. La empresa, no obstante, destaca su “solidez financiera” y la mejora en los últimos meses del año.
La suspensión de los MAX complica un panorama en el que las lowcost le pisan los talones. Volaris, un rival directo, le ha arrebatado momentáneamente el cetro. En 2019, el Grupo Aeroméxico transportó, entre vuelos nacionales e internacionales, poco más de 20,5 millones de pasajeros, frente a los 22 millones de la aerolínea de bajo coste, según datos de ambas compañías. Es todo un vuelco respecto a 2018, cuando Aeroméxico la superaba por 3,5 millones de pasajeros. La lucha por los cielos se ha extendido a los vuelos internacionales, bastión tradicional de la aerolínea liderada por Andrés Conesa. Allí también las lowcost han crecido velozmente.
El acuerdo entre Boeing y Aeroméxico llega tras más de 10 meses de incertidumbre. Sin dar muchos detalles sobre el mismo, la empresa expresó en un comunicado que “espera que, una vez se rectifique el equipo, se reinicien las operaciones”. El analista bursátil Brian Rodríguez, del Grupo financiero Monex, se muestra cauto. “Consideramos que es benéfico, pero no suficiente”, dice. “Habla de ‘mitigar’ los costos derivados de la suspensión temporal. No va a recuperar todo lo perdido”.
Aún no hay fecha para la reincorporación de los seis aviones. Esto ha obligado a la empresa a suplir las carencias con un par de aviones 737-700, un modelo anterior al MAX y contratar tres aparatos de la francesa Transavia. Además, ha echado mano de aeronaves de rutas menos rentables para cubrir los huecos. El consejero delegado, Andrés Conesa, reconoció en octubre las complicaciones para “ajustarse de forma eficiente”. “Si hubiéramos sabido en marzo que el avión no iba a volar el resto del año, tienes forma de ajustarte mejor, pero como nos han dicho que volaba al siguiente mes, y luego en verano, y luego en octubre, y después en diciembre”, afirmó.
Pese a los fallos técnicos, Aeroméxico ha mantenido su apuesta por el MAX. La empresa espera que se incorporen otros 14 a lo largo del año. Sumados a los que están en tierra a causa de la suspensión, llegarían a 20. En opinión del experto en aviación y catedrático en derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Rogelio Rodríguez, se trata de la mejor opción. “No puedes tener tanta diversificación porque combinar flotas es muy complejo. Si tienes tres fabricantes, necesitas tres líneas de mantenimiento diferentes, tres equipos”, explica. Su rival Interjet todavía arrastra problemas derivados de su intento por incorporar a los aviones Sukhoi de fabricación rusa a una flota compuesta mayoritariamente de Airbus.
La posibilidad de que Aeroméxico compre aeronaves a Airbus no parece inmediata, aunque fuentes de la compañía aseguran a este periódico que hay un análisis en curso y que se contemplan “todo tipo de aviones”. El ejemplo de Delta puede influir. La aerolínea estadounidense, que posee el 49% de las acciones de la mexicana, lleva varios años haciendo pedidos masivos al fabricante europeo. Una situación que, según el experto Roberto Martínez, del portal especializado Transponder 1200, “puede pesar en las decisiones”. “Sobre todo porque desde la parada de los 737 MAX, Boeing va a tener un retraso fuerte en las entregas”, añade. Como admiten en la aerolínea, todavía no hay un calendario para recibir los pedidos.
Todavía no se vislumbra una salida fácil. “Mientras no se resuelva el problema, seguirá con retos de tráfico de pasajeros en 2020 y se continuarán beneficiando las aerolíneas de bajo costo”, asegura el analista Brian Rodríguez. La impaciencia es palpable. El consejero delegado Andrés Conesa dijo hace algunos meses que estaría a bordo del primer vuelo del 737 MAX. Ahora solo falta que despegue.
Por Jon Martín Cullell – El País
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