El regreso del 737 MAX en China sigue siendo una incertidumbre.
Mientras el Boeing 737 MAX despegaba esta semana para su primer vuelo comercial en 20 meses, el fabricante sigue enfrentándose a los retos de poner en el aire el avión de pasajeros en el crítico mercado de la aviación china, donde su negocio se ha enredado en la tensión entre Beijing y Washington.
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La Administración Federal de Aviación de EE.UU. (FAA) aprobó el mes pasado que el MAX vuelva a volar, mientras que Europa va a levantar su prohibición de vuelo en enero.
Pero el futuro del avión en China, que fue el primer país en poner en tierra el modelo en marzo de 2019, todavía no está claro, en lo que podría tener un impacto significativo en su negocio, reseñó South China Morning Post.
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La Administración de Aviación Civil de China (CCAA) dijo el mes pasado que no había establecido un calendario para el regreso del avión y que el modelo debe cumplir con los requisitos de seguridad para poder despegar de nuevo.
«Siempre y cuando estas condiciones se cumplan, estamos felices de ver que el MAX regrese al servicio en China», dijo el mes pasado Feng Zhenglin, el director de la agencia.
«Pero si estas condiciones no se pueden cumplir, todavía tenemos que llevar a cabo una estricta certificación de aeronavegabilidad para garantizar la seguridad.»
La declaración parecía indicar que Beijing no tiene prisa por dejar que el MAX regrese, aunque actualmente hay 96 de los aviones en tierra en China.
Richard Aboulafia, vicepresidente de análisis de la consultoría de aviación y defensa Teal Group, dijo que sería un «serio golpe» para Boeing si no se permite que el MAX regrese al servicio en China.
«China representa alrededor del 30% de la demanda de aeronaves de esta clase. Pero no está nada claro si Airbus pueda satisfacer todas las necesidades de China, y los programas nacionales chinos están a muchos años de ser capaces», dijo Aboulafia.
En el pasado, los organismos reguladores de la aviación mundial solían seguir las orientaciones de la FAA, a la que se había acreditado durante decenios como pionera en materia de seguridad de la aviación. Pero después de que la agencia estadounidense fuera criticada por su laxa supervisión del modelo MAX, se cuestiona si los reguladores internacionales deberían seguir su ejemplo.
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