Portugal ha relanzando el proceso de privatización de su aerolínea de bandera, TAP Air, con el objetivo de vender el 49,9% del capital, incluyendo un 5% destinado a los empleados. Así lo anunció el primer ministro Luís Montenegro en una declaración televisada este jueves, marcando un giro definitivo en una operación largamente pospuesta.
Una apuesta por la sostenibilidad financiera
Montenegro fue claro sobre los motivos: “Ya hemos gastado mucho dinero… No queremos seguir echando dinero en un pozo sin fondo”. La decisión llega tras años de inestabilidad financiera en TAP, que acumuló una pérdida récord de 1.600 millones de euros en 2021 durante la pandemia de COVID-19. Aquel golpe obligó a una reestructuración profunda y un rescate estatal.
Desde entonces, la aerolínea ha recuperado terreno. En los últimos tres años volvió a números positivos, y en 2024 transportó a más de 16 millones de pasajeros con una flota principal de 99 aviones y 19 más operados por su filial TAP Express, especializada en rutas de corto y medio alcance.
Interés de los grandes grupos europeos
La venta parcial ya ha captado la atención de los gigantes del sector. Lufthansa, Air France-KLM y el grupo IAG —propietario de Iberia y British Airways— han mantenido reuniones con el gobierno portugués durante el último año. Montenegro expresó optimismo: “Estamos convencidos de que habrá muchos interesados”. El Ejecutivo busca un “socio estratégico” que garantice la viabilidad a largo plazo de la empresa y que contribuya al desarrollo económico nacional.
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Un activo clave para la conectividad internacional
Uno de los principales atractivos de TAP es su red de rutas. La aerolínea controla valiosas franjas horarias desde su hub en Lisboa hacia Brasil, países africanos de habla portuguesa y Estados Unidos. El gobierno ha dejado claro que su intención no es solo preservar estos activos, sino también expandirlos.
Además, TAP desempeña un papel fundamental para el turismo en Portugal, al transportar a la mayor parte de los viajeros que llegan por vía aérea. Esta capacidad ha sido decisiva en el auge turístico que ha experimentado el país en los últimos años.
Obstáculos políticos en el horizonte
A pesar del relanzamiento, el proceso no está libre de desafíos. La privatización se había estancado anteriormente tras la caída del gobierno de centroderecha en marzo. Aunque la coalición regresó al poder en las elecciones nacionales de mayo, sigue sin alcanzar la mayoría parlamentaria necesaria para garantizar la aprobación de la venta.
¿Qué viene ahora?
La intención del gobierno es clara: encontrar un inversor que garantice la estabilidad de TAP sin comprometer los intereses estratégicos del país. Mientras tanto, la industria europea observa de cerca. Con el aumento de la competencia global y la consolidación del mercado aéreo, esta privatización podría redefinir el equilibrio de poder en el cielo del Atlántico.
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